Cuando
sientes que ya no puedes más… cuando sientes que los problemas te
rebasan y cansada dices “Dios me ha abandonado”, “ya no se si
existe”… nuestro padre bueno te susurra al oído… “Yo
sí creo en ti”.
Dios
puede traer paz y esperanza a nuestra alma, a veces de una forma tan
sutil como un susurro del viento que nos envuelve la piel… Se hace
presente la grandeza y el esplendor de quien todo lo puede y todo lo da por
amor; quien parece decirnos a cada instante cuánto nos ama… Hay
que tener fe, una inmensa fe que nos haga
levantarnos cada mañana y decir “¡Gracias Señor por un día más”
y “gracias por el regalo de respirar…”
No
pienses en lo malo, sino en lo bueno: ¡Las heridas no inspiran!
Inspira, el arte de saber levantarse cuando estás caído, inspira
esa fuerza interna que te hace decir “¡Yo puedo!, ¡yo creo!, ¡Yo
soy!” Cuando el dolor es grande, nos llena el alma de tristeza,
incertidumbre y sentimientos feos… El dolor nos hace caer en lo
profundo del pesar, pero también tenemos y debemos pensar que a
nuestro alrededor hay personas que nos aman, que nos tienen en
estima, y que son personas a las que les hacemos falta. Y aunque ante
los ojos de Dios apenas somos un granito de arena en el inmenso mar,
el amor tan grande que nos tiene nos hace grandes ¡y únicos!
Si
en estos momentos te sientes sola, recuerda que en algún lugar del
mundo existe alguien que te quiere, que piensa en ti, que le haces
falta… tenemos motivos suficientes para vivir, para sentir, para
dar, y para amar… guarda en un rinconcito de tu corazón ese
recuerdo tan preciado y continúa tu paso con determinación y pasión.
Somos
seres humanos llenos de errores y defectos, pero también somos seres
humanos hechos con amor, con algunas virtudes, que por muy pequeñas que
sean, nos hacen adorables ante los ojos de quienes nos aman. Así
que, dejemos salir a flote la belleza interna de nuestro ser… ¡esa
es la belleza que perdura! Que nuestras virtudes superen a nuestros
defectos y seamos siempre quien regale una sonrisa auténtica y
sincera… caminando con fe y esperanza de saber que nos espera un
día lleno de sorpresas y alegrías cobijadas bajo el amor de nuestro
Padre Bueno, quien te dice hoy:
“Yo
sí creo en ti”.